Hace 10 años, ver productos de comercio justo en los supermercados canadienses era poco usual; sin embargo, en la última década el consumidor de este país ha desarrollado un tipo de “conciencia ética”, es decir, está más dispuesto a comprar productos que respeten el ambiente, que no tengan implicaciones de trabajo infantil ni maltrato animal, y que promuevan la equidad de género.

En ese sentido, las certificaciones orgánicas y de comercio justo son cada vez más buscadas por el consumidor canadiense; principalmente, por aquellos que se ubican en la generación de los baby-boomers, seguidos por el grupo de los millenials.