Las empresas de alimentos necesitan innovar para aumentar su competitividad en un mercado en el que los consumidores reclaman frecuentemente por novedades. Estas innovaciones deben responder a sus necesidades, preferencias y expectativas para lograr posicionar sus productos con éxito frente a los competidores.

Solamente el 29% de las innovaciones lanzadas al mercado en 2015 tuvieron éxito, y en concreto, la industria alimentaria se enfrenta a un altísimo porcentaje de fracaso, (entre el 80% y el 90% en los lanzamientos de nuevos productos). En este sentido, para lograr conocer con anterioridad cuál va a ser el grado de aceptación del consumidor y minimizar los potenciales riesgos de rechazo, las empresas de alimentación cada vez más están utilizando técnicas sensoriales y de investigación, las cuales resultan de gran interés para mejorar la formulación de productos o diseñar otros nuevos.