El cultivo del café representa la riqueza actual de Costa Rica y la ha llevado a un estado de prosperidad desconocido en todo el resto de Centro América”… Relataba así en su diario Robert Glasgow Dunlop, viajero escocés que visitó a una Costa Rica post colonial de 1844, un joven Estado nacido en el nuevo mundo, que se abría paso de forma valiente, sin guía ni receta, tropicalizando sus conceptos propios sobre libertad y patria. Glasgow fue capaz en ese momento de comprender el papel de uno de los ejes del incipiente desarrollo costarricense: el café, grano que marcaría la vida socioeconómica del país y que sentaría las bases políticas para la construcción del Estado.

La primera exportación registrada de café tuvo lugar el 12 de octubre de 1820,con un quintal y una arroba de café destinados a Panamá. Este primer envío histórico del grano fue precedido por otra exportación a Chile (1832) y eventualmente a Gran Bretaña (1841), destino europeo que terminaría por consolidarse a lo largo de esa década. Hacía finales de 1890 el café se consolidó, prácticamente, como el único producto de exportación. Hoy, 200 años después, desde una Costa Rica moderna y diferente nos planteamos, ¿cuál será nuestro “café” del mañana? Uno que aporte las mismas y mejores oportunidades para los costarricenses, las empresas y la patria misma…